El 1 de enero de 1983, hace 40 años y 25 días, Arpanet dejó de lado el protocolo NPC y adoptó el TCP/IP. Esta oración, que puede parecer un jeroglífico, significa que ese día nació internet: pasamos de un viejo protocolo de comunicación (una especie de lenguaje entre máquinas) al que actualmente se usa en la web. Desde entonces, la pequeña red fue creciendo hasta convertirse en la red de redes. “Este término no quiere decir que internet sea la red suprema -aclara el ingeniero Sergio Saade-, sino que es una red que está interconectando millones de redes. Internet es un conglomerado de redes de comunicación que funcionan al unísono”. Y eso fue, de hecho, lo realmente novedoso e innovador de su creación.
Saade es docente de Ingeniería en Computación en la UNT. Revela que la primera red predecesora de internet, que nació al final de los 60, conectaba apenas cuatro computadoras. Esa pequeña interconexión derivó en otra que hace que miles de millones de usuarios de más de 200 países puedan comunicarse en tiempo real. “Creció al punto de que no podemos vivir sin ella. Si hoy se cayera internet, todo caería con él porque prácticamente todas las operaciones diarias se hacen allí”, advierte.
¿Puede caerse internet?
Uno podría imaginar una distopía en la que efectivamente ocurre lo que plantea el profesor Saade, pero la realidad parece ser más aburrida. Según explica él, en internet existen caminos alternativos capaces de reemplazar a los principales en casi cualquier momento y en forma instantánea: “es prácticamente imposible que se caiga internet porque entre todos los dispositivos dispersos por el mundo hay mucha redundancia. Si se corta el camino a San Javier, por ejemplo, hay rutas alternativas. Lo mismo, pero de forma masiva, pasa en internet”.
Aun así, José Luis Cañote, profesor de Sociología de la UNSTA, se anima a imaginar una caída masiva y definitiva de internet que devuelva a la humanidad a una lúgubre era preindustrial. “Dependemos de la red para la economía, la alimentación, la educación y la salud, pero creo que si no comenzamos a vivir de una forma que sea más amigable para el medio ambiente, el futuro de gran parte de la humanidad estará alejado de internet e incluso de otros aspectos de la sociedad industrial, como la electricidad”, alerta.
El futuro de la web
Cuando empezamos a usar internet en serio, en los 90, nació la web 1.0, que es la tradicional: uno la utiliza para leer un diario o ver las fotos de un lugar adonde planea ir a vacacionar. Esa web luego evolucionó a la 2.0, donde las redes sociales preponderan por su tráfico: en su gran mayoría los cibernautas conducen a través de Youtube, Instagram, Facebook y TikTok.
Sin embargo, ahora está naciendo la web 3.0. “En nuestra facultad estamos investigando este tema -cuenta Saade-. Es una web incipiente, que no tiene más de dos años y utiliza la misma tecnología que las criptomonedas (blockchain), lo cual ofrecerá una mayor seguridad que la actual”.
Cañote, por su parte, piensa en otra sociedad del futuro, una quizá menos lúgubre. En ella cada vez más aspectos de la vida serían mediados por internet. “Pero no sería una sociedad inclusiva para todos -lamenta-. Hasta podemos visualizar una sociedad muy conectada donde, sin embargo, se manifiesten muestras de exclusión y odio”. Y, de hecho, él menciona a los haters como un ejemplo presente de esa sociedad del futuro.
Soledad en la red
El sociólogo considera además que existe una nueva y paradójica forma de socialización, la socialización virtual: “es paradójica porque no siempre acerca a las personas. Muchas personas están conectadas pero no se relacionan con personas físicas. Hay graves problemas de soledad. Estamos conectados y también, contradictoriamente, aislados de los demás”.
Saade, entretanto, se detiene en un tema que llama la atención cual es la cantidad de jóvenes que hoy son totalmente dependientes de internet y no desarrollan las capacidades sociales necesarias para enfrentar la vida cotidiana. “Desde su nacimiento el homo sapiens creció gracias a sus vínculos sociales, pero hoy la vinculación no está pasando a través del contacto verbal o gestual, sino de internet. Hay personas que se relacionan más con una persona virtual que con una real”, reflexiona.
Pasaron 40 años desde uno de los hitos en el nacimiento de internet, que nos trajo una sociedad de pantallas. Ahora, en el mundo de la interconexión, muchos sueñan con un regreso a la amistad precibernética.